lunes, 9 de abril de 2012

Uno de los momentos más entrañables de nuestra Semana Santa

La verdad que reducirse a un momento, a una imagen, en una semana intensa, llena de pasión, de sentimientos, de recuerdos...es muy, pero muy complicado, pero seguro que para muchos calagurritanos, la entrada a San Francisco del Cristo de la Agonía es el instante en el que los pelos se le ponen en punta, el corazón late a 200 revoluciones por segundo y tu cabeza olvida todo, se emociona, vive, y se coloca encima del paso, se une a los ojos del Cristo de la Agonía, ayuda a los hombres de los cofrades que portan y bailan nuestro Cristo en los últimos segundos antes de entrar en la casa de la Cofradía, en San Francisco.
El miércoles Santo, me fui de viaje a Nalda, con un grupo de tambores, para participar en su procesión del encuentro. Una procesión sencilla, humilde, que se celebra por segundo año consecutivo por el esfuerzo y la voluntad de la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores, que una hora antes de arrancar la procesión estaba en el templo, ya vestidos y mirando al cielo que no dejaba de llover. La verdad que son momentos difíciles, porque ves que todo el trabajo de los últimos meses se va por la borda, pero a pesar de ello, dejó de llover y el Cristo con la Cruz a cuestas y la Virgen de los Dolores, salieron a la calle para encontrarse ante los ojos de sus vecinos, instante en el que el cielo lloró y lloró de verdad. A pesar de ello los naldeses no se movieron, no dijeron nada, sino que estaban expectantes, en silencio, disfrutando del momento. TRas el encuentro ,juntos, madre e hijo se refugiaron en su templo. Un final, a una procesión que recorrió las calles pequeñas y estrechas de la localidad, que nos recordó seguramente a muchos como son los comienzos y como hay que mirar hacia delante con corazón. De Nalda, salimos después de un gran ágape (nos trataron como si fuésemos miembros de su cofradía, muchas gracias) y salimos volando hacia Calahorra. En el coche íbamos echando cuantas en el reloj de si llégabamos para ver un segundo al Cristo de la Agonía en su andar por nuestra bella Calahorra. Al final, aparcamos el coche por el casco Antiguo, subimos a San Francisco y llegamos justo a la puerta cuando los faroles llegaban, cuando la banda de Cornetas y Tambores subían por la escalinata, haciendo temblar los cimientos de San Francisco. Después llegó la luz entre tanta oscuridad. El Cristo de la Agonía paso a paso, escalón a escalón iba llegando a su casa. Segundo a segundo, devoraba los últimos metros de su pasión calagurritana. En pocos instantes llegó a la puerta de San Francisco, giró con mimo, y a pesar de las lágrimas del cielo, que empezaron a arreciar, Jesús en la Cruz, miraba al cielo, miraba a los ojos de los calagurritanos y se despedía entrando en San Francisco. Este instante, esta imagen, esta fotografía, se repite todas las Semanas Santas en nuestra ciudad, pero a pesar de ello, cada año despierta una llama en nuestros corazones. Esperando a que llegue un nuevo Miércoles Santo para acompañar al Cristo de la Agonía por la oscuridad de nuestras calles, del corazón de nuestra CALAHORRA.

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