Un día cualquiera, en un lugar por donde pasar 40.000 veces, en un sitio donde todo siempre parece normal y siempre está inmóvil y estático frente al tiempo. Pero a pesar de eso, siempre y cada momento de cada día es distinto, nos puede sorpreder con un momento o un instante en el que vale la pena parar el coche e inmortalizar, guardarlo en este caso en nuestra cámara de fotos o como en muchos otros en nuestra mente o en nuestro corazón. Esta foto es uno de esos momentos, una tarde cualquiera, que vas con el coche volao porque como siempre llegas tarde. coges el atajillo de detrás de las piscinas para llegar en un segundo a la entrada de la autopista,, giras la cabeza, y ves como el sol empieza a desvanecerse, empieza a desprender sus últimos rayos de sol, que se escapan y resvalan entre las nubes otoñales, regalándonos colores y aires. Un aura mágica, unas líneas que parecen han sido dibujadas por un pintor. Paras el coche, detienes por unos instantes el reloj, las prisas diarias que marcan el día a día de mi vida. Dejas la mente en blanco y piensas en muchos instantes de tu vida, del día, de la semana o simplemente por un segundo te olvidas de todo (aunque te ganes el pitido de algún idiota que pasa con el coche). Por supesto acabé llegando tarde a Logroño, pero logré guardar en mi cámara (compacta), una imagen mágica, sin retoques, ni na de na...lo prometo. Espero que os guste igual que a mi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario