Hay muchos días que no sabes que hacer, que necesitas salir a algún sitio, pero que no sea lejos. El martes pasado, primer día de Noviembre y festividad de Todos los Santos, acabé de comer, cogí el coche con una pequeña parada en Logroño y empecé un camino dulce, y muy rico para los ojos y me puedo aventurar para el corazón. A la salida de Logroño nos empezamos a perder entre los mares rojos, mágicos de las viñas riojanas, para en la zona de Nájera cambiar ese paisaje, esos colores, por las miles de gamas de amarillos, marrones, verdes... que van cambiando poco a poco y que convierten cada paisaje y cada monte riojano en una auténtica postal. A la llegada a Anguiano, vivimos una explosión de colores. Ya la carretera te lleva a cruzar La Rioja bajo un techo de ramas y una lluvia de hojas multicolores que van cayendo sobre ti. Unas curvas suaves, que te dejan y permiten disfrutar del placer de conducir. Empiezas a ascender, empiezas a ver la abadía de Valvanera, y ves en lo alto, tu destino. Arriba, ya con el coche parado, te dejas llevar por el silencio, por la tranquilidad para entrar en el Monasterío donde te espera la patrona de nuestra comunidad, bajo los escudos de las comarcas riojanas. Es una iglesia pequeña, acogedora...sencilla, con trazos de modernidad en su decoración y la esencia de la sobriedad y humildad castellana, con una oscuridad total que solo rompe la talla de la Virgen de la Valvanera, en lo alto de la parte central del altar. Una talla sencilla, románica y que te invita a acercarte, iluminada por unas velas que dan calor y pasión.
Ya no os voy a contar más cosas de esta pequeña escapada, pero si os invito a que un día cogáis el coche o las botas (porque tiene que ser una gozada ir hasta Valvanera a pie disfrutando de la riqueza del paisaje) y que os acerquéis a Valvanera. Yo os dejo un poco de información y unas fotitos que realmente me gusta como quedaron.
El hallazgo ocurrió de esta manera: Un ladrón, Nuño Oñez, oye el rezo de la que iba a ser su víctima. Doliéndose de todos sus crímenes, se convierte, pide perdón al labriego y se encomienda a la Virgen María para que le ayude a cambiar su vida. Un día, rezando en su cueva de penitente, se le apareció un ángel que le pidió que fuera a Valvanera, que buscase un roble que sobresaliese de los demás, de cuyo pie brotase una fuente y dentro del cual hubiese varios enjambres. ''Allí encontrarás una Imagen de la Virgen María... que no permite la Providencia que permanezca oculta por más tiempo... es su voluntad que sea conocida y venerada para provecho espiritual de los fieles.'' Con la ayuda del clérigo Domingo encuentra la Sagrada Imagen y ambos comienzan a edificar con máxima sencillez lo que sería el primer lugar de culto a la Virgen en Valvanera. Correría el último tercio del siglo IX.
Es muy llamativa la postura del Niño Jesús. Es el Buen Pastor que se vuelve completamente en busca de los hombres extraviados por el pecado, ofreciéndonos la Buena Noticia, el Evangelio.
El nombre de Valvanera parece derivarse de la expresión latina ''Vallis Venaria'', que significa ''valle de las venas de agua'', o sea, valle en el que abundan las fuentes, arroyos y cascadas. El nombre de Valvanera (Vallis Venaria) aparece escrito por primera vez en un documento del año 1016 en el que D. Sancho el Mayor de Navarra y su suegro, el Conde de Castilla D. Sancho, ''convienen y concuerdan'' los límites de sus respectivos reinos.
Los historiadores modernos de Valvanera vinculan los orígenes del santuario con el hallazgo de la imagen de Santa María por Nuño Oñez, encuentro que pudo tener lugar hacia el último tercio del siglo IX. En torno a la imagen se reunieron un grupo de ermitaños que, con el paso del tiempo y ya entrado el siglo X, fueron adoptando una vida regular más estricta inspirada en la Regla de San Benito.
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